Para los adolescentes, la popularidad es una necesidad vital y los colegios son el campo de batalla en el que compiten -o sufren- por alcanzarla. Los especialistas advierten sobre la estela de exclusión que está dejando esta práctica
"En el liceo de un lado están los cool, los que están en todo, y del otro, los nulos, los 'equis'"
¿Cuál es el perfil de una persona popular en la escuela? En principio, el que destaca y se vuelve referencia. "Cuando se les pregunta a los jóvenes, el liderazgo suele asociarse a muchas cosas -dice León. La popularidad puede lograrla quien sea el más atractivo, el más sociable, el mejor deportista, el que demuestra autoridad, el más fuerte, el más malo, el que conoce a más gente, el que obtiene los pases para todas las fiestas por sus amplias relaciones o el que tiene más dinero".
"Los populares en el colegio son los deportistas, las chamas lindas y los rebeldes que se la pasan raspando -apunta Melanie. Si te portas bien, todo el mundo empieza a señalarte y decirte que eres aguafiesta o 'corta nota'. En cambio, todo el mundo quiere estar con los que se portan mal porque sienten que son lo máximo y hacen lo que quieren sin que los controlen. He visto chamos estudiosos y de pronto bajaron las notas para tener gente a su alrededor".
La alteración de la personalidad es uno de los riesgos que más preocupa a los psicólogos. "Ser popular es un problema cuando el muchacho intenta transformarse en una persona distinta, cuando transgrede normas o agrede a otros sólo para ser bien visto -advierte Otálora. Hay muchachos que entran en drogas o roban para obtener símbolos de estatus importantes en su mundo, mientras hay niñas que se someten a cambios bruscos en su cuerpo por querer parecerse a los patrones de belleza que les imponen sus pares. Y allí hay un problema de autoestima, porque cuando un adolescente busca la aceptación a costa de su propia personalidad, es obvio que no se respeta a sí mismo".
El propio Samuel reconoce que la popularidad le ha generado conflictos internos. "Mucha gente está pendiente de que te caigas para criticarte. A veces de tanto querer quedar bien con los demás no quedas bien contigo mismo".
Según un estudio efectuado en escuelas estadounidenses y reseñado por lanación.com.ar,los muchachos populares suelen ser proclives a problemas de conducta. "Tienen tres veces más posibilidades de beber a los 14 años que los que están fuera del grupo. Ya a los 18 es más factible que cometan actos de vandalismo, fumen marihuana y hurten en los negocios. Resumiendo, parecen ser más vulnerables a la presión y expectativas de los compañeros".
Exclusión y hostigamiento: el costo de ser impopular
Bélgica Sánchez tiene 18 años y en 2009 culminó la secundaria como una de las mejores alumnas de su colegio. Hoy estudia educación musical en el Instituto Pedagógico de Caracas y en el Conservatorio José Ángel Lamas, pero sus años en la escuela no fueron tan exitosos, socialmente hablando. "Soy una sobreviviente a la impopularidad, porque pertenecí a lo que los demás consideraban 'nulos'". Aunque nunca se sintió discriminada por la fortaleza de su autoestima, vivió de cerca la exclusión y el maltrato a los que son sometidos muchos de los muchachos considerados "extraños" o "nerds". "Algunos de mis amigos sí se sentían frustrados porque querían ser tomados en cuenta por los otros y no lo conseguían por más que llamaban la atención".
Las burlas y la agresión, inclusive, física se cuentan entre las cosas que muchos padecieron. "Era común que los golpearan en los pasillos, les pusieran sobrenombres o los pitaran. Algunos terminaban muy deprimidos. Recuerdo que se burlaron tanto de uno de mis amigos que no soportó y se retiró del liceo".
Según Luis Vicente León, en las escuelas están generándose grupos muy bien diferenciados: "Los populares, que son los líderes; los seguidores, que se sienten aceptados por seguir a los populares, y una minoría de marginados a quienes suelen excluir dramáticamente".
Para la psicóloga Cristina Otálora, la discriminación de facto que la popularidad está dejando en las aulas no puede seguir ignorándose. "Está generalizándose la no aceptación del otro por ser diferente, por pensar o vestirse distinto. Y eso es muy grave. La exclusión lleva a la frustración, el resentimiento y la rebeldía. Un muchacho excluido puede deprimirse o retraerse y tener dificultad para relacionarse en su vida adulta. Otros pueden tornarse agresivos. Detrás de las grandes matanzas en escuelas o universidades hay jóvenes rechazados que drenan lo que sienten con la venganza".
Por eso insiste en reforzar la educación en valores. "Hay que recordarles a los muchachos que deben aceptar a los demás con sus diferencias y hay que decirles que son valiosos por lo que son y no por el grupo al que pertenezcan". Otálora también pide a los maestros no dar la espalda al asunto. "Muchos se limitan a lo académico, pero tienen la responsabilidad de formar para la vida. Si un alumno está siendo rechazado, debe conseguir en su maestro un orientador. Hay que ayudar a los jóvenes desde lo afectivo, porque cuando uno les pregunta por qué se sienten mal, insisten en que necesitan respeto y cariño".
Precisamente autorespeto es lo que recomienda Bélgica. "Bastante veces intentaron burlarse de mí, pero siempre reflejé seguridad. Es importante confiar en lo que eres, en tus propias habilidades y en tus propios valores. Los que son muy tímidos terminan reflejando inseguridad y cuando los demás se dan cuenta, se aprovechan de eso". "A mí me gusta ser popular, eso fortalece mi personalidad -agrega Samuel, pero no hay que maltratar a nadie. Cada quien es como es y hay que aceptarlo".
A sus 14 años, Melanie ha encontrado una fórmula para no dejarse arrastrar por este vendaval. "Más que ser popular, lo importante es tener personalidad, porque, al final, de eso dependen tus relaciones en el colegio. Si eres alegre, abierto, creativo, seguro y original en tu forma de ser, la gente va a querer estar contigo. Sin personalidad propia no eres nadie".
Consultado el 24/04/11
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