Los descubrimos confundidos y nos desesperamos con ellos. Su angustia nos angustia. Sin embargo, sabemos que es necesaria para su crecimiento. Crecer duele. Conectarnos con nuestros miedos sirve para emerger de ellos con solidez.
La orientación vocacional es un proceso que decanta en cada uno en tiempos distintos. No hay recetas ni baterías de tests psicológicos que garanticen la felicidad. Lo que la convoca es la seguridad que uno está haciendo lo mejor que puede en ese momento. Al estudiar todas las posibilidades y aptitudes personales es posible elegir mejor.
Muchos adolescentes desde criaturas sueñan con ser algo determinado. Otros, después de mucho recorrer, descubren qué es aquello qué les gustaría ser. También existen los que no se cuestionan y hacen lo que deben o aquello que sus padres quisieron para sí y no pudieron. Concretan los sueños de los progenitores, no los propios, realizando exactamente lo que mamá y papá les enseñaron. Son contadores, comerciantes o artesanos... como sus padres.
El crecimiento de nuestros hijos nos enfrenta con el nuestro. No queremos que se equivoquen, que sufran, ni pierdan el tiempo... como nosotros. Tampoco deseamos que se dañen aunque sabemos que deben darse su propio oolpe. Es difícil frenarnos para no atajarlos, sin embargo es la única manera de no recortar sus alas.
Uno suele hacerle preguntas a los adolescentes que ni ellos mismos pueden responder, tales como ¿Qué vas a hacer el año que viene?. EL adolescente no sabe qué contestar porque no puede contestarse. ÉL mismo se plantea muchas más preguntas sin respuesta: ¿Qué será lo mejor para mí?, ¿Estudiar?, ¿Trabajar con la familia?, ¿Irme del país?, ¿Qué me hará feliz espiritual y económicamente?.
¿Cómo explicar la angustia que se siente?, se cuestionan; qué es lo que quieren. Buscan respuestas que orienten su futuro. Exploran, preguntan, razonan tratando de encontrar su verdad. Como padres, sabemos qué es lo que queremos para nuestros hijos, pero ellos se cuestionan si lo que nosotros deseamos es lo que en verdad ellos ambicionan para su vida.
Los hemos educado, mimado, castigado, formado e informado. Hemos hecho suficiente. Dejemos que desplieguen sus propias alas. Ayudémoslo a crecer. Lo mejor que podemos darle a nuestros hijos es la confianza en su propia capacidad de elección. Los padres podemos sugerir, informar, acompañar pero no decidir por nuestros chicos. Son ellos los que deben ser capaces de elegir su propia vida.
Descarga: Ser adolescente hoy en; http://www.fad.es/sala_lectura/CSAH_P.pdf
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